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2 lecciones valiosas para la vida que hemos aprendido como Emprendedores

May 2016 | Óscar Soria González

Y que conste, que "emprendedor" no solo se refiere a nivel empresarial. Se puede emprender un proyecto, una relación, un curso escolar, una competición deportiva o una mudanza.

Emprender, a cualquier escala, con ánimo cabal y serio, es un ejercicio que de por sí te cambia la vida. Es como tener un hijo al que de pronto tienes que darle toda tu atención, al que ves crecer y, aunque a veces te haga preocuparte, luego lo miras dar sus primeros pasitos y piensas con una sonrisa en los labios: "ahí va mi pequeño".

Estas son dos de las lecciones más importantes que hemos aprendido y nos aplicamos como emprendedores, que son transferibles a casi cualquier aspecto de la vida.

Aquí van las dos lecciones, en forma de cuentitos, que día tras día debemos recordar y aplicarnos para que no se nos haga una montaña de las pequeñas preocupaciones cotidianas. 

1.LOS COHETES

Dos cohetes se preparan para iniciar una carrera hacia la luna. El Cohete A y el Cohete B. El capitán del cohete A está ansioso por despegar para tomar ventaja y llegar cuanto antes, de modo que no pierde tiempo innecesario en asegurarse de que todos los tornillos estén bien apretados, en calibrar los ordenadores, revisar las provisiones del almacén o que esté todo su equipo motivado.

De modo que, cuando el Cohete A despega, el capitán del Cohete B todavía está en tierra, asegurándose pacientemente de que todo está en orden, los tornillos apretados, almacén lleno, ordenadores a punto y tripulación activa.

El Cohete A va ya a mitad de camino cuando el Cohete B despega. Sin embargo,  justo antes de llegar, el Cohete A  se queda sin alimento, por lo que el hambre hace que una tripulación poco unida empiece a pelearse y el viaje se convierte en un infierno. En una de las peleas chocan contra un panel y hacen que salten varias tuercas, eso hace que aumente la presión, y los ordenadores pierdan el norte.

Finalmente, el Cohete A se ve obligado a tomar una decisión. O continúa, a riesgo de que aunque lo consiga, se quede con graves secuelas, o abortar la misión.

El Cohete A, finalmente, aborta. Mientras que el Cohete B logra llegar perfectamente a la Luna sin haber pasado hambre ni un día.

Es algo distinto al cuento de la liebre y la tortuga. Ese es un cuento sobre la "constancia", este es sobre la "preparación".

 

 

2. EL ESQUIADOR

 

Esta viene a ser ligeramente contradictoria respecto a la anterior.  Evidentemente, lo primero que necesitas si quieres esquiar bien, es un buen equipo y cierta preparación, preferiblemente indicada por un profesor o tutor.

Luego, puedes querer ser más o menos arriesgado lanzándote por cuestas más o menos pronunciadas...

Pero hay ocasiones en las que, sin darse cuenta, aunque sea poco temerario, el esquiador se ve de pronto cayendo por una cuesta tan inclinada que, a pesar de su preparación, siente vértigo y un miedo espantoso a caerse si coge demasiada velocidad.

En ese momento existen dos opciones principales en la mente del esquiador:

-Echarse hacia atrás... lo que precisamente le hará caerse.

-Inclinarse hacia delante, gesto con el que conseguirá mantener el equilibrio. 

 

Para nosotros estas dos metáforas son algo que siempre recordamos a la hora de afrontar un gran proyecto, o cuando el estrés y la prisa nos hacen querer ir demasiado rápido sin prestarle atención a los detalles.

 

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